martes, 3 de enero de 2023

La tragedia del túnel de Valdecales

¡Cuán indiferente pasa el viajero por este, y tantos y tantos lugares donde a riesgo de su vida el hombre luchó con la naturaleza que tan rudamente defendía sus dominios! El Correo: 15 de agosto de 1884

De todos los desgraciados accidentes sucedidos durante la construcción de la Rampa de Pajares, sin duda, el más luctuoso fue el sucedido en el túnel de Valdecales, acaecido cuando apenas quedaban dos meses para la inauguración completa de la línea de León a Gijón. Una tragedia tan grande en el ferrocarril asturiano, sólo había sido superior en el accidente del túnel de El Caleyo, sucedido en 1870, en la que habían perecido 17 trabajadores ahogados al perforar una bolsa de agua. 

El túnel de Valdecales, de apenas 313 metros de longitud, se encuentra a la entrada del valle de La Sorda, sobre la misma aldea de Santandrés. En el túnel contiguo, el de Peñas Agudas, ya se habían presentado serias dificultades durante su ejecución, al producirse una oquedad de grandes dimensiones en su bóveda, cuyo relleno obligó a trabajar durante más de tres meses. En  el caso de Valdecales, el derrumbe se presentó una vez que su ejecución se había finalizado, y tras detectarse movimientos del terreno, se quiso sustituir el revestimiento por otro de mayor espesor.  

Apenas la locomotora y dos vagones asoman por el túnel de Valdecales antes de volver a sumergirse en el siguiente túnel, el de Peñas Agudas. Fotografía de José Luis Fernández García.

La crónica del diario madrileño El Correo, aparecida el 15 de agosto de 1884, describe bien lo sucedido, así como los refuerzos que se debieron instalar.

Un brevísimo espacio de luz separa este túnel del de Valdecales, de triste memoria. Después de concluido se notó que la montaña tenía un movimiento de deslizamiento que atormentaba al túnel en sus 70 metros superiores. Su longitud total es de 310 metros. Desprendida, separada del resto por superficies casi verticales, avanzaba con irresistible empuje una parte de la ladera que pesa centenares de miles de toneladas. Se acudió al remedio. 

El interior del colosal anillo se trasformó en una masa de puntales, para reforzar bóvedas y estribos. Parecía vencida la dificultad, cuando ya se fijaba plazo para terminar la obra, y en todos reinaba la confianza. Un grupo numeroso de trabajadores cambiaba unas piezas que estorbaban para cerrar un trozo de la nueva bóveda. Acababa de retirarse el ingeniero encargado y dirigía el relevo de piezas uno de los prácticos de más reputación en esta clase de operaciones. De repente, un enorme peñasco traidoramente separado de los operarios por delgada capa de tierra, se precipita por la abertura de la no terminada bóveda, después otros, y en un instante quedan sepultados 13 infelices entre maderas y escombros. 

Las obras ejecutadas para salvar este espacio, que tenía siete metros de longitud, son en extremo curiosas. No podía rellenarse la cueva que se formó en la parte hundida, y que medía nueve metros de diámetro por seis de altura, porque amenazaban las piedras suspendidas de sus paredes. Se intentó; pero el riesgo era inminente y la tentativa costó la vida de un hombre, y se decidió entrar a la cueva por su parte superior. Al efecto, se hizo una pequeña galería que, abriéndose en el escarpe de la montaña al pie de un peñasco, como nido de águilas, se prolongaba por el interior a través de las masas, ya contorneando las rocas más gruesas, ya apoyándose en ellas, ya utilizándolas como cubierta, y así, airosamente, como por sorpresa, se llegó al techo de la fúnebre cueva y se rellenó. 

Entonces pudo hacerse por abajo, en el terreno macizado, una galería, sostener su techo y limpiar el túnel de aquella masa de detritus, maderas y cadáveres. 

Toda la extensión resentida del túnel se reforzaba entre tanto con cerchas de hierro, que pesan unas 90 toneladas. Forradas con gruesos tablones, asemejan un enorme cañón do 80 metros de longitud, en el que se acusan fuertemente las costillas de los cerchones, dándole un aspecto de gran solidez y resistencia. La reconstrucción, ya empezada, se continuará detrás de esta coraza, sin riesgo ni molestia para el tránsito.

La boca del túnel de Valdecales, en su lado León, debió ser reforzada con el tiempo con hormigón, lo que nos recuerda la complejidad de terreno en el que se desarrolla. Fotografía de José Luis Fernández García 

La crónica del accidente y el rescate de los cuerpos se puede seguir en las siguientes noticias aparecidas en la prensa del momento en orden cronológico. AGL tendió una vía ancha por el exterior del túnel, con curvas de radio reducido, dispuesta para que ninguna nueva incidencia en el túnel impidiera la inauguración de la Rampa. Las obras para finalizar el revestimiento aún duraron un par de años, e incluso, se produjo un incidente con las cimbras provisionales.

7 de junio de 1884:

El Áncora: diario católico popular de las Baleares. 

Ayer se hundió parte del túnel de Valdecales (Oviedo) matando ocho trabajadores y un capataz.

El Carbayón diario asturiano de la mañana. 

El TÚNEL VALDECALES. 

En los centros oficiales hemos recogido ayer las siguientes noticias referentes al desgraciado suceso del hundimiento de parte del túnel de Valdecales, Pajares, de cuyo hecho tienen conocimiento nuestros lectores por el telegrama que publicamos, remitido desde Puente de los Fierros. 

Afortunadamente, el suceso no reviste toda la gravedad que en un principio nos hizo concebir nuestro corresponsal, pues sólo se hundieron 6 metros de túnel, y no completamente, como en los primeros momentos se había dicho. 

Si el hundimiento fuera total, la catástrofe, seria inmensa, pues el túnel de Valdecales tiene una extensión de 310 metros, y el número de víctimas sería muy considerable, además de que retrasaría por tiempo la terminación de las de nuestro desdichado ferro-carril. 

He aquí las noticias a que nos referimos en un principio:

El ingeniero Sr. Ichaurrandieta ha dirigido al Sr. Gobernador el siguiente telegrama:

Fierros, 5,7 noche, 

«Regreso del túnel de Valdecales donde a las once mañana ocurrió un desplome de terreno sobro un trozo de bóveda en construcción y en longitud unos seis metros, sepultando al capataz, que era uno de los mejores prácticos de España y a obreros en número desconocido, por no poder pasar lista a los que han abandonado las obras. Se cree serán unos ocho. Se trabaja activamente para salvar alguno» 

El Comandante de la Guardia Civil del puesto de Linares, manifiesta que el número de trabajadores sepultados, se calcula en diez o doce; que se trabaja activamente para salvar la vida a uno de aquellos que se lo oye hablar; que en los primeros momentos se consiguió salvar, aunque herido, al minero Juan Fernández, el que fue conducido al hospital de Veguellina; y añade, por último, que según opinión de personas peritas, se calcula de seis a ocho días el tiempo necesario para descubrir el número de víctimas. 

17 de junio de 1884:

El Carbayón diario asturiano de la mañana

Parece que van confirmándose las noticias que dimos, y que han reproducido  todos los periódicos, respecto a las desgracias ocurridas en el túnel de Valdecales. 

A juzgar por los obreros que faltan estos días a la lista, ya se dice que eran doce los trabajadores que hayan perecido en el hundimiento, de los cuales se han extraído cinco. A pesar de haberse  vertido en el túnel grandes cantidades de ácido fénico, no es fácil penetrar en la galería por el hedor insoportable que exhalan los cadáveres en descomposición sepultados en las ruinas. 

También se habla de otro ligero desprendimiento ocurrido en uno de los túneles de la parte superior del trazado, pero estas noticias necesitan confirmación.

20 de junio de 1884:

El Bien Público 

Las desgracias de Valdecales 

De Puente de los Fierros (Asturias) escriben  que el sábado último era todavía  imposible activar los trabajos en el túnel  de Valdecales para descubrir las víctimas  del hundimiento, porque los obreros huían  aterrorizados ante el espectáculo que ofrecían  las ruinas y el peligro de otras nuevas  desgracias. 

El día anterior acudieron más de cien personas de los pueblos vecinos alrededor del sitio de la catástrofe, llorando sin consuelo la desastrosa muerte de sus padres, hijos o hermanos. En los primeros momentos nada se hizo en favor de los infelices  operarios, porque las bocas del túnel ofrecían un estado de inminente ruina. 

Después llegaron ingenieros de la línea, médicos y autoridades, que obligaron a los obreros a viva fuerza a trabajar en auxilio  de sus compañeros; pero bien poco se consiguió,  por desgracia. 

Se oyó primero la voz de un desdichado que luchaba con la muerte; otra de un muchacho de catorce años, que después de extraído y de consagrar una sonrisa a sus salvadores, suspiró: «amparadme, madre mía!» y falleció acto continuo. Tras de aquella ansiedad y aquella zozobra, se oyó una voz, la de un minero, que decía: «otro más». Era este un joven de veintidós años, robusto, con el pecho inflamado, la cabeza aplastada sobre los hombros y un brazo tendido hacia un hermano suyo, a fin de salvarlo. El infeliz murió al poco tiempo y se ignora la suerte de su hermano.

23 de junio de 1884:

El Carbayón diario asturiano de la mañana 

Nos dicen de Puente de los Fierros que se ha concluido la galería de reconocimiento que se hacía el nivel del suelo para extraer los cadáveres de las víctimas del hundimiento del anillo de bóveda que se construía en el túnel de Valdecales. Se han encontrado en total ocho operarios y el maestro encargado de la ejecución de la obra. 

Se cree que aún debe quedar algún cadáver en los escombros que no han podido removerse y que ya no pueden sacarse hasta que se pase con galería superior este espacio y se cubra con bóveda. 

La longitud del hundimiento es como se había dicho, de unos seis metros. Las informaciones que se hicieron y que acusaban la falta de once operarios permitirían decir fundadamente a ocho el número de víctimas (á parte, del capataz) por las noticias de los que habían tomado el tren correo después del suceso, 

Hoy puede conjeturarse que debe haber alguno más de los ocho extraídos, pero cuanto se diga sobre este punto, no pasa de conjeturas.

23 de julio de 1884:

El Carbayón diario asturiano de la mañana

Señor Director de El Carbayón:

Fierros, 21 de Julio 1884. 

Muy ser mío: dentro de cuatro o seis días podrá recorrer la máquina todos los kilómetros do vía-férrea que componen los trozos 3." y 4.° de la bajada del Pajares, pues en wagoneta ya se pasa actualmente ese trayecto. He tenido ocasión estos días de visitar las obras y puedo decirle que están recibiendo, como suele decirse, la última mano.  

Las obras de reparación del túnel de Valdcales tocan a su término, y a no ser por las sensibles desgracias que allí ocurrieron, no quedaría del hundimiento de este túnel otra cosa que el recuerdo de la penosa impresión que a todos causó la noticia en los primeros momentos. Extraídos todos los cadáveres, puedo dar a V. noticias exactas del alcance de este triste suceso: 

Nunca se aseguró el número de las personas que hubiera sepultadas en el túnel. Se dijo por los datos adquiridos más dignos de crédito, que serían seis u ocho y el capataz. No se han podido extraer todos hasta hace dos o tres días, porque era preciso llegar con obras de gran dificultad hasta la campana o cueva que quedó sobre el hundimiento, rellenar ésta, abrir una galería en el terreno pava que se macizase, entibarla fuertemente, y una vez sostenido el terreno, limpiar el túnel de escombros. 

Así se ha hecho, y entre los que se sacaron con la primera galería por el piso del túnel y los extraídos al quitar el resto de los escombros, han resultado en total 12 y el capataz, número que desgraciadamente excede al de los informes recogidos, pero que dista de los 34 y más que algunos han asegurado que habían perecido. 

Se ha comprobado que una campana de unos 9 metros y 6 de altura, y que este terreno al ceder, no derribó ni los estribos, ni la bóveda en construcción, sino un trozo de Ia parte superior de la misma que media una longitud de unos 6 metros. 

Esto es lo que hay respecto al túnel de Valdecales; y sobre lo que ocurra estos días en la vía le escribirá un servidor afectísimo q.b.s.m. 

El corresponsal. 

15 de noviembre de 1884:

La Paz : periódico de noticias, avisos y fomento de la provincia de Murcia

Hablando nuestro estimado colega El Riscal de la construcción de la línea del Noroeste, dice: 

«Según carta que tenemos a la vista,  existen en la línea de que se trata algunos túneles en tan malas condiciones,  que no es de extrañar que el día menos pensado, y con las trepidaciones  del terreno al paso del tren, se produzcan desprendimientos que acarreen tristísimas consecuencias. 

El de Valdecales, por ejemplo, que se  tuvo que blindar en su boca Sur con vigas de hierro, está sufriendo una presión  tremenda, hasta el extremo que empiezan a deformarse las cimbras metálicas, razón por la que, temiendo un nuevo hundimiento tan pronto como empiecen las lluvias, se está habilitando la vía provisional que se hizo en la ladera de la montaña de dicho túnel, para que no se interrumpa la explotación, caso de que ocurra algún percance. 

Hay que advertir que esta vía se hizo, según es público, para inauguración de la línea, temiendo que el día señalado para ésta no estuviese terminado el túnel, cuya apertura tantas vidas costó.

La empresa constructora tenía interés en la fecha de la inauguración para terminar su compromiso y no salir caducada; de aquí la construcción de aquel ramal provisional para dar paso al tren de inauguración, si bien por él es imposible atender a todo el servicio del tráfico, pues baste con que digamos que cuenta con curvas de 100 y 120 metros de radio, que, como es probado, son un peligro constante, no en el trayecto a que nos referimos, sino aún en el más llano de cuantos existen, al tratarse de vías férreas. 

Y no obstante, este es el camino que la poderosa empresa, que cuenta entre sus consejeros al Sr. Pidal. se dispone a hacer recorrer a los viajeros, caso de que el túnel citado ceda por su mala construcción y ofrezca otro espectáculo tan dramático o más todavía que el tan renombrado de Alcudia.»

19 de abril de 1885:

Gijón: periódico demócrata

El túnel de Valdecales, se ha resentido y roto algunas cimbras, de las que sostienen la  bóveda.

6 de junio de 1885: 

El Carbayon : diario asturiano de la mañana

Hace días pedíamos a la Comisión  provincial y a los Ayuntamientos de las principales poblaciones de Asturias, llamasen la atención del señor Ministro de Fomento sobre el estado de la vía férrea en la bajada del Pajares y sobre los accidentes que allí suceden con frecuencia, y hoy nos vemos en la triste necesidad de insistir sobre el mismo asunto. 

Los periódicos de León dan noticia de lo ocurrido el día 2 en el túnel de Valdecales al pasar el tren correo; nosotros ya lo sabíamos, pero no quisimos hacernos eco del suceso porque no se nos tachase de alarmistas. Pero toda voz ya se hizo público, creemos que el mejor medio de dar a entender la gravedad que encierra la noticia, es copiarla íntegra de los dos estimados colegas de León en que la liemos leído, para que las corporaciones antes indicadas y las autoridades provinciales, vean si todavía pueden seguir indiferentes respecto a lo que sucede en el ferro carril de Asturias. 

Dice El Campeón: 

El tren correo de ayer, procedente de Asturias, llegó a esta ciudad con veinte minutos de retraso é consecuencia de haberse enganchado la garita del guarda-freno, contigua a la máquina, con la cimbra existente en la boca del túnel de Valdecales; sin que haya que lamentar ninguna desgracia porque el empleado encargado de los frenos no venía en su puesto en aquel instante. 

Nos aseguran que el maquinista tan pronto sintió la presión de la locomotora, hizo retroceder al tren con el objeto de que no hubiera que sentir la pérdida total del material y viajeros. 

El mismo suceso le refiere La Crónica, de León en los términos siguientes: 

Al pasar ayer tarde el tren correo de Asturias que venía para León, chocó la garita del furgón de cabeza con las cimbras de madera, del túnel de Valdecales, arrastrándose el arco entero y saliendo enganchado en el furgón, fuera del túnel. Los viajeros se apercibieron de que algo ocurría por el topetazo del choque, y por haber parado el tren, sufriendo todos el susto y alarma consiguientes. Si como el accidente ocurrió casi a la salida del túnel hubiera sido en el centro, tal vez el tren hubiera descarrilado, en cuyo caso asusta el pensar las consecuencias que pudiera haber tenido. 




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