Uno de los tráficos más habituales por la Rampa de Pajares en los últimos 30 años fue el de cenizas de carbón, producidas en las centrales termoeléctricas y destinadas a la fabricación de cemento. A mediados de los noventa del pasado siglo surgió con fuerza este tráfico, que en algún momento llegó incluso a ser diario y cuando menos, semanal. Aunque tuvo grandes fluctuaciones por la propia variación de la producción derivada del funcionamiento irregular de las centrales termoeléctricas y por la demanda variable de la producción de cemento, se ha mantenido presente hasta la fecha. No obstante, con el proceso de clausura de las centrales termoeléctricas, ya iniciado, podemos darlo por sentenciado.
Ya desde los años setenta del pasado siglo se
conocía y empleaban, tímidamente, cenizas de centrales térmoeléctricas o procesos
siderúrgicos en la fabricación de cementos artificiales especiales, pero no fue hasta más de
veinte años después, cuando su uso se extendió y generalizó. En aquel entonces,
con el aumento espectacular de la construcción civil y de obras públicas vivida
en el Estado español, este residuo industrial fue altamente demandado por las
empresas cementeras, ya que aportaba al proceso de fabricación del cemento grandes beneficios, por
mejorar sus características puzolánicas, y permitir la modificación a voluntad
de las características finales del producto.
Por su parte, para las empresas eléctricas, que
también aumentaron su producción por la mayor demanda existente, la valorización
de este residuo les suponía unos ingresos extraordinarios y les resolvía un
problema medioambiental, que por entonces también se les había elevado. Hasta aquellos
años, lo habitual era deshacerse de las escorias procedentes del hogar
mediante su acumulación en escombreras, ya que solamente suponía un 20% de las generadas
en el proceso. Las restantes, las cenizas volátiles, desaparecían por la chimenea
conjuntamente con los gases de la combustión, lo que provocaba graves daños
medioambientales y problemas en la agricultura local. La imposición de medidas
correctoras obligó a instalar modernos filtros electroestáticos que capturaban la mayor parte de esta
material volátil.
Fruto de la revalorización de este producto y de
una simbiosis industrial, surgieron los tráficos de esta mercancía desde las
centrales termoeléctricas hacia las fábricas de cemento. Salvo los limitados
casos en los que ambas instalaciones se encontraban muy próximas y era viable
el transporte mediante camiones, este fue un tráfico que el ferrocarril pudo
captar prácticamente en su totalidad. En buena medida fue debido a que las
empresas cementeras disponían de apartaderos y un amplio parque de vagones
tolva para transporte de pulverulentos y solamente necesitaban de Renfe para
que realizara el tráfico.
En lo que respecta al tráfico de cenizas que ha
transitado por la Rampa de Pajares, este fue generado por dos centrales
termoeléctricas: Soto de Ribera y Lada, de Térmicas Asturianas e Iberdrola,
respectivamente, y ubicadas en las poblaciones homónimas. En 1994 comenzó a
enviarse desde Soto de Rey trenes con ceniza, prácticamente cada dos o tres
días por semana, con destino a las fábricas de cemento de Mataporquera
(Cementos Alfa) y Venta de Baños (Cementos Hontoria), y posteriormente
también con destino Olazaguitia, todas empresas vinculadas al grupo Cementos Portland.
Por este motivo, el material remolcado era en su mayoría vagones PTT de esta
compañía. La tracción de los trenes homogéneos era aportada por las locomotoras
251 entre las estaciones de Soto de Rey y Venta de Baños, aunque en ocasiones
finalizaban trayecto en León-Clasificación. En aquel entonces, la estación de
Soto de Rey era el epicentro de los tráficos de mercancías en Asturias al
actuar como estación de clasificación y origen de la mayoría de los mismos, y
que llegaban hasta ella dentro de los turnos de «Interiores».
Hasta el nacimiento de este tráfico, la derivación
particular entre la estación de Soto de Rey y la central tenía los carriles
oxidados, pues hacía más de veinte años que no registraba tráfico alguno, quizás el
último había sido algún transporte especial. El abastecimiento de carbón de esta central
estaba resuelto mediante la conexión de vía métrica del ferrocarril Vasco
Asturiano y posteriormente Feve. Desde las vías de la central térmica hasta la
estación los trenes eran movidos por la locomotora 311 asignada a la estación.
Desde agosto de 1995 se sumó un nuevo tráfico de
cenizas, el generado por la central termoeléctrica de Lada, en La
Felguera. Este tenía como destino la estación madrileña de Meco, donde
se asentaba una fábrica de cemento del grupo Asland, hoy ya desaparecida, y se realizaba mediante vagones PT de Transfesa, en composiciones de 13
vagones, con 420 toneladas. La propia locomotora 311 de Soto de Rey llevaba la
composición vacía a la Felguera y regresaba con la cargada a Soto de Rey. Este tráfico se realizaba por periodos y tenía
carácter prácticamente semanal.
Durante más o menos una decena de años, ambos
tráficos se mantuvieron con fluctuaciones. Se pasó de la situación en unos años en los que no
había capacidad para suministrar la demanda existente, pues como residuo que
es, su producción está condicionada por las horas de funcionamiento de las
centrales termoeléctricas, a su vez relacionado con la demanda y el funcionamiento de las
centrales hidráulicas, por tratarse de un año hidráulico abundante. En un
momento dado, incluso Feve llegó a transportar ceniza de Soto de
Ribera, con destino a Cementos Lemona, que hasta entonces empleaba cenizas de
tragante de horno alto y que con el cierre de AHV se quedó sin suministro. También
se produjeron envíos de ceniza al puerto de El Musel mediante vagones de
Cementos Intermonte, que era embarcada allí con destino a cementeras del grupo en el sur peninsular.
Un punto de inflexión lo marcó la crisis económica, a partir de 2008, en el que los tráficos pasaron a ser prácticamente semanales y con un menor número de destinatarios finales. El tráfico semanal desde La Felguera, que ya tenía su origen en la propia estación y estaba destinado a Vicálvaro-Mercancías, finalizó definitivamente en 2009.
Los tráficos desde Soto
de Rey bajaron su ritmo a solo un tren semanal, con destinos que se iban alternando
entre Olazagutia, Picón de Serranos (Venta de Baños) y Mataporquera, hasta que
los últimos años, tan solo era de prácticamente un tren mensual. Esto fue
debido a que Soto de Ribera comenzó a disminuir las horas de funcionamiento de
sus grupos tradicionales y a funcionar con su ciclo combinado mediante gas
natural. La Central Térmica Teruel, de
Endesa, comenzó en la pasada década a incrementar su envío de cenizas con
destino a los clientes tradicionales de la térmica asturiana. En 2020, por
ejemplo, apenas han circulado uno o dos trenes, poniendo prácticamente fin a
otro tráfico más en la Rampa de Pajares.