Si pudiéramos conocer todos los sucesos vividos por los ferroviarios em la Rampa a buen seguro tendríamos anécdotas de cada uno de los túneles del trazado, pero probablemente uno de los que acumularía muchas más por encima del resto sería el túnel de La Sorda, o túnel 44. Con 1077 metros de longitud y con sus bocas de entrada y salida muy próximas a otros túneles, su planta en forma de S perfecta y situado en el fondo de un valle tenía muy mala ventilación, era temido por el personal y los viajeros en la época de la tracción vapor, ya que al entrar se encontraban todavía los humos de la anterior circulación, provocando mayor riesgo de asfixia a la ya existente con los propios humos de su locomotora.
La anécdota que poco se conoce o apenas ha llegado a nuestros días en la tradición oral, salvo por estar escrita en las hemerotecas, es el incidente en el túnel de La Sorda que a punto estuvo de cambiar la historia de España.
Sucedió durante el viaje de regreso del joven Rey Alfonso XIII a Madrid tras su visita a Asturias en el verano de 1902. En la parada del Tren Real en la estación de Malvedo, un teniente de la Guardia Civil de la escolta se apeó del tren y caminó por el andén; el tren arrancó mientras el teniente se encontraba alejado del tren, por lo que tuvo que correr para no quedarse en tierra y entrar a la carrera en el primer compartimento al que pudo acceder, mientras que la puerta del compartimento que antes ocupaba quedó abierta. Al entrar en el túnel de La Sorda, la puerta golpeó contra la pared del túnel haciéndose añicos, por lo que los guardias civiles del compartimento contiguo observaron por la mirilla existente que el compartimento donde debía ir su jefe estaba vacío, por lo que creyeron que éste se había caído del tren, y accionaron el timbre de alarma, que en este caso accionaba directamente el freno de vacío del tren. Con el tren enfrenado, el maquinista, bajo la supervisión del Jefe de Maquinistas de Norte que acompañaba al Tren Real en todos sus viajes, creyeron que parte del tren había descarrilado, y al encontrarse en mitad de un túnel tan problemático abrió el regulador a fondo para tratar de sacar el tren aunque fuera arrastrado del interior del túnel conocedores del peligro que entrañaba quedar detenidos en su interior, lo que felizmente se logró. La detención del tren en el interior del túnel en el caso de que no se hubiera actuado de esta forma, pues una vez detenidos con el tren enfreando no hubiera permitido ni siquiera salir del túnel por gravedad al estar el tren enfrenado, hubiera significado un final traumático a buen seguro, dada la dificultad de desalojo que conllevaba los coches del Tren Real que circulaba en mitad de la composición y que carecía de estribos.
Menudo gran descubrimiento tu blog! Me lo he leido entero,y seguire haciendolo a partir de ahora.
ResponderEliminarSaludos desde Gijón