Un hecho que se ha repetido en todas las grandes obras públicas realizadas en los siglos XIX y el pasado XX han sido los conflictos surgidos entre los obreros que se concentraban en ellas. Los momentos de ocio junto al “dinero fresco” propiciaban el juego, el consumo descontrolado de alcohol, actividades políticas “peligrosas” y otras actividades, convirtiéndose en una fuente de problemas para los pueblos vecinos e incluso para la marcha de las propias obras. En los poblados obreros más organizados, aquellos que existían en las obras de mayor entidad, los ingenieros procuraban buscar y promover actividades que los mantuvieran entretenidos, como actividades deportivas, casinos sociales y culturales. En España en determinadas obras con mayor duración en el tiempo esto se ha llevado de forma modélica, un ejemplo de ello fueron las obras desarrolladas por el Estado en los Riegos del Alto Aragón.
En una obra como la realizada en Rampa de Pajares, con una cantidad de obreros tan elevada en lugar tan apartado y con los campamentos obreros diseminados era imposible promover cualquier actividad extra laboral, por lo que las únicas alternativas del alcohol, el juego y otras eran inevitables, terminando en peleas y conflictos. Uno de los casos más llamativos fue el producido en noviembre de 1883 entre obreros asturianos y gallegos, como recoge el diario La Vanguardia.
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