En plena Guerra Europea, con el tráfico de mercancías al borde del colapso por la fuerte demanda del carbón nacional, la Compañía del Norte recurrió a una rápida compra de material móvil al único país capaz de suminístralo en tiempo y precio, los Estados Unidos.
Entre 1917 y el siguiente año llegaron al puerto de Santander las 55 locomotoras de tipo Mikado fabricadas por American Locomotive en un tiempo record. Fueron matriculadas en la serie 4500. Una vez que el Duque de Zaragoza probó las nuevas locomotoras en las líneas de la sierra madrileña, al no cumplir con sus expectativas, dictaminó: “Estas locomotoras no llegan a Americanas, se quedan en Chalecos”, y así fueron conocidas para siempre.
A pesar de su potencia y versatilidad, amplia cabina y una conducción realizada sentada, al contar con todos los mandos a la mano, su marcha poco estable y su alto consumo las encuadraron como locomotoras de batalla, muy alejadas de las refinadas Pacific o las Compound.
Inicialmente estaban asignadas a las líneas de la sierra del Guadarrama, y tras la llegada de locomotoras de nuevas series a lo largo de los años veinte fueron repartidas por otros depósitos. En 1929 el grueso de la serie estaba en el depósito de Lérida, aunque también contaban con ellas en el de Tarragona, Monforte, León, Valladolid e Irún. Con Renfe, a la que llegaron todas menos tres de ellas destruidas en la Guerra Civil y por explosión de su caldera, las Mikado del Norte alcanzaron nuevas líneas ajenas a la antigua compañía, al trabajar en puntos como Andalucía Occidental.
Esta serie de locomotoras nunca prestó servicio regular en la Rampa de Pajares, sin embargo, en diversos momentos se ocuparon de los trenes desde León hasta Busdongo y desde Ujo a Gijón. Tras la electrificación de la Rampa, se encargaron de los trenes de viajeros a partir de Busdongo, dando el relevo a la tracción eléctrica. Así consta que en julio de 1929 la 4514, cuando regresaba aislada a León desde Busdongo tras haber llevado el expreso, arroyó un vehículo en un paso a nivel entre la Pola de Gordón y La Roba, y un año después, la 4530, se vio involucrada en el choque de Cuadros.
A finales de los años 40, fueron destinadas en Asturias ocho locomotoras Mikado, para encargarse de los trenes de viajeros entre Ujo y Gijón, mientras que para las mercancías eran empleadas las cuatrocientas. Es probable que durante las habituales restricciones de suministro eléctrico padecidas en los años 40, en los que se debió recurrir a la tracción vapor en la Rampa de Pajares, alguna “Chaleco” atravesara el puerto a cargo de algún tren, o al menos hasta La Cobertoria.
Milagrosamente la 4501 ha sobrevivido hasta nuestros días “preservada” en la estación cordobesa de Cabra, en la antigua línea Linares-Campo Real, cedida por la Fundación de los Ferrocarriles Españoles al Centro de Interpretación del Tren del Aceite. Su estado de conservación es mediocre, pues tras años apartada en Sevilla (primero en San Jerónimo y luego en Majarabique, donde sufrió el abandono y el expolio) apenas ha recibido una mano de pintura encima de las abolladuras, sin bielas ni otras de las piezas de movimiento. Un triste destino que no se merece esta locomotora, ya casi centenaria, que tras haber sobrevivido hasta hoy ya se merece que se considere americana, aunque por el momento sea egabrense.
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