Entre los ferroviarios de Busdongo en aquellos años había algo que les servía para mantenerles entretenidos. Revolviendo este fin de semana entre los papeles de mi familia de Cataluña, un barrio de Trubia, donde vivía uno de mis bisabuelos materno que era ferroviario, recordé una curiosa cartilla titulada “Los 24 y Yo” sellada en Busdongo en marzo de 1940. Mi tío abuelo Jesús, Mozo de Enganches en Busdongo en aquel entonces, era el tesorero de la citada sociedad.
“Los 24 y Yo” no se trataba de una sociedad secreta ni masónica ni nada que se le pareciera. Se trataba de una sociedad particular con objeto de verificar todos los meses el sorteo de un premio entre sus asociados, con arreglo a determinadas condiciones.
El número de asociados era de 25, sin que pudiera ampliarse. Cada socio contribuía con 5,25 pesetas mensuales de cuota, que sería entregada durante la primera quincena del mes. A cada socio le correspondían cuatro números de la primera centena, es decir del 00 al 99, que serían adjudicados por sorteo al constituirse la Sociedad y anotados en una cartilla nominal. La cantidad recaudada cada mes de las cuotas ascendía a 131,25 pesetas que se repartirían de la siguiente manera: 100 pesetas para el socio cuyo título tuviera los números iguales a las dos últimas cifras del primer premio de la Lotería Nacional, de la tercera jugada de cada mes. Se emplearían 30 pesetas en adquirir un billete entero del sorteo siguiente, que en caso de resultar premiado sería repartido por igual entre todos los socios.
Ya se conoce el dicho de que en la casa del ferroviario, el hambre pasa por la puerta pero no entra, pero en aquellos años, seguro que algún día se quedaba a comer en la mesa, aunque fuera a los postres, y conseguir el premio de las 100 pesetas ayudaría a mantenerla bien lejos durante una temporada.
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