El 10 de enero de 1883 el diario El Sol anunciaba la llegada a Madrid, procedentes del puerto de Barcelona, de 220 obreros italianos que iban a trabajar a las obras del Puerto de Pajares. En aquel momento la prensa y los políticos se preguntaban y lamentaban de la necesidad de mano de obra extranjera cuando existía un alto paro en muchas zonas de España.
Unos meses después, el 6 julio 1883, el Diario Oficial de Avisos de Madrid, publicaba la siguiente información:
Nos dicen de Asturias que las riñas y colisiones entre los operarios de la línea del ferrocarril, sobre todo en los túneles del puerto de Pajares, son tan frecuentes, que en los últimos ocho días han sido auxiliados más de treinta heridos.
El periódico El Globo, el 10 de julio de 1883, ampliaba la información sobre lo sucedido:
Según parece, en la sección asturiana de Puerto Pajares á Puente de los Fierros, libraron los muchos trabajadores ocupados en las obras una verdadera batalla campal tan ruda y fiera, que á consecuencia de ella hubo tres muertos y treinta y un heridos graves, por lo cual puede decirse que muchos de nuestros generales tal vez no hayan asistido nunca á una función de guerra semejante, y ha sobrada razón para enderezar la queja al señor Martínez Campos, en vez de comunicarla al sedentario don Pío.
El señor Celleruelo se explica perfectamente el hecho: en las secciones de aquel ferro-carril en construcción cuéntense como unos 8.000 obreros, entre naturales del país, gallegos, húngaros é italianos, á los cuales se distribuye cada semana una suma de 8 ó 10 millones, y en tales circunstancias nada tiene de particular que concurran los tres principales elementos de discordia: «mujeres, vino y juego» Conviene, pues, aumentar las fuerzas de la Guardia Civil y prohibir con el más cuidadoso rigor el uso de las armas blancas.
Allá va un chiste del señor Sagásta, hombre que pone todo su prurito en parecer bien enterado y que casi nunca so entera.
«Mientras en las obras del Puerto de Pajares no hubo sino asturianos, las cosas marcharon bien, con vino, mujeres y todo, pero apenas entraron á tomar parte los gallegos, dieron principio los conflictos, originados sin duda en a poca amistad que se profesan los unos á los otros.»
No hay tal, ni muchísimo menos. El mal procede de los húngaros é italianos que después de ganar el dinero á asturianos y gallegos, por medios no muy lícitos, rechazan á tiros las quejas expuestas á garrotazos por los españoles, y dan así margen á combates como el del día de San Pedro, cuyas mortíferas consecuencias arriba quedan mencionadas. Sépase esto y sépase además, que en tales reyertas pudiera hallar la empresa del Noroeste escusa bastante para demorar la realización de sus solemnes compromisos.
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