En el invierno de 1888 cayó la nevada más intensa y dura que se
recuerda en la Cordillera Cantábrica en muchos anos, y que provocó inmensas
pérdidas, tanto humanas como materiales. En la Rampa de Payares se llegaron a
alcanzar acumulaciones de varios metros de altura sobre la vía, así lo
atestiguan documentos de la época que recogen declaraciones como: «la nieve no
dejaba ver los palos de telégrafo». Una avalancha arrolló el viaducto de
Matarredonda, que mantuvo la rampa cerrada durante un buen periodo de tiempo hasta
que se pudo dar paso mediante un desvió provisional. El ferroviario,
sindicalista y escritor Luis Zurdo Olivares fue testigo de excepción y lo
describió en su libro «Veinte Años de Vida Ferroviaria».
Desde 1888 a la actualidad han sido varios los episodios de
temporales de nieve que han bloqueado el paso por Pajares, como sucedió en las
gran nevada del año 1954, inmortalizada por el NODO, la de 1981, con el TER-Ruta
de la Plata bloqueado varias horas en Villanueva de la Tercia, o la
impresionante nevada de enero de 1997. Sin embargo, para aproximarse a lo
sucedido a 1888, hay que recordar el temporal de febrero del año 2015. Lo
sucedido entonces, realmente no se trató de una nevada excepcional, sino de dos
temporales consecutivos en apenas un mes. Afortunadamente, no hubo que lamentar
pérdidas humanas y las materiales fueron escasas en comparación a la de 1888,
sin embargo, la nieve alcanzó espesores que no se habían dado en mucho tiempo,
con casi metro y medio de nieve acumulada en la estación de Busdongo, cifra aún
mayor en algunos puntos de la Rampa.
Gente de la época la definió como “la nevaóna, nunca hubo otra
igual”. Vamos a contar la del año 2015 de la mano de Álvaro Fernández Guerra, con su texto e
imágenes, y de Héctor Torre Fernández, con sus imágenes y vídeos.
La primera nevada comenzó el viernes 16 de enero, si bien durante
el primer fin de semana la circulación ferroviaria no se vio condicionada más
allá de la sustitución de las unidades 440 por las de la serie 449, ante los
problemas de derivaciones de las resistencias de las primeras por la falta de
protección ante la nieve.
La madrugada del lunes día 19 se envió la 319-410 aislada a
explorar la línea antes del paso del primer Alvia hacia la meseta, pero la
cantidad de nieve hizo que esa misma tarde ya se enviara desde Llanera una
pareja equipada con cuñas a explorar, formada por las 319-403 y 405. Mientras,
la circulación de trenes se mantuvo inalterada, más allá de la reducción de
carga en los trenes de mercancías, además de trasladar, las por entonces
habituales, maniobras de Busdongo a la Robla o incluso León, ante la cantidad
de nieve existente en la segunda.
Días más tarde, como el temporal continuaba fue preciso la
utilización de una segunda pareja de exploradoras, la formada por la 319-410 de
la base de Llanera y la 319-409, llegada desde Miranda de Ebro. Cuando circulan
dos parejas de exploradoras, normalmente una se ocupa de la vertiente asturiana
y otra de la leonesa, relevando en Pola Lena y León respectivamente, haciendo
Busdongo de frontera, donde coinciden las dos parejas. En esta ocasión, la
pareja de León también circuló en ocasiones hasta Pajares y Navidiello, además
de acudir a repostar en Pola de Lena.
Operación de repostaje de gas-oil en la estación de Pola de Lena para las exploradoras, el día 6 de febrero. Fotografía de Héctor Torre Fernández. |
El viernes 23 el temporal remitió, y ya no fue necesaria la presencia
de las dos parejas de exploradoras, por lo que una fue retirada. Ese mismo día,
el tren de contenedores de la Central Lechera Asturiana circuló con tracción diésel,
con la 333-326, para aprovecharlo para trasladar la máquina a Llanera, de cara
a habilitar a los maquinistas asturianos de esta serie. En aquel entonces aún
no se había aprobado la revisión R de las 319.4 y había varias paradas en
talleres por haber agotado el kilometraje, lo que ocasionaba una falta de
material diésel para los turnos de interiores de Asturias. La segunda pareja,
la formada por las 319-403 y 405, continuó las labores de exploración durante
el fin de semana.
Apenas había transcurrido una semana desde esta nevada cuando un nuevo temporal azotó la Cordillera Cantábrica, y así las cosas, el 1 de febrero fue necesario recurrir de nuevo a una pareja para explorar la línea, esta vez formada por la 319-404 y 405. Pocos días después fue necesaria la segunda, formada por las mismas máquinas que la anterior vez, la 319-408 y 410. Una avería en la 408 hizo necesario enviar la 319-403 desde Llanera para sustituirla, por lo que en la base no quedaron más maquinas diésel que la 333-326.
El hecho de que la segunda nevada cayera sobre la nieve que había
caído la semana anterior hizo que se alcanzasen rápido espesores de
consideración que obligaron a suspender la circulación de trenes de viajeros a
partir del miércoles 4 de febrero, una vez que el espesor de nieve superaba con
creces los 70 centímetros sobre el carril. Ese día por la mañana la nieve ya
cubría las calles de Pola de Lena, pero lo peor aún estaba por llegar.
Al día siguiente, 5 de febrero, ya solo con los trenes de
mercancías en circulación, la situación se tornó en caótica, pues una decena de
trenes mercancías se quedaron tirados a lo largo de la línea por diversos
motivos. Además, un tren con carbón impactó con una piedra de grandes
dimensiones en Malveo, y le hizo descarrilar, por lo que fue necesario el envío
del tren taller.
La situación continuó empeorando, lo que llevó a una decisión
excepcional: el viernes 6 se cortó la circulación de material eléctrico y
solamente circularon varios trenes de manera excepcional, entre ellos el TECO
de la Central Lechera, con una locomotora serie 333-368. Esta locomotora
retornó a León en la mañana siguiente con un corte de bobinas. El sábado el
temporal remitió y el domingo volvió a lucir el sol en el puerto. Ese día,
atravesó la rampa un carbonero de Comsa con destino a Ponferrada, remolcado por
la 335.020, es decir, que pese a las restricciones, no hubo un solo día en el
que la rampa estuviese cerrada al tráfico por completo. La “nevaona” había
terminado.
El lunes día 9 se reanudó el servicio regular de pasajeros, tras
cinco jornadas sin el mismo, y pocos días después las 319 exploradoras acabaron
su trabajo para regresar a sus tareas cotidianas. No obstante, fueron relevadas
ese fin de semana por la 333.326, que además de explorar la línea se empleó
para formar al personal.
Durante las jornadas siguientes se dieron circulaciones curiosas para rescatar los trenes que habían quedado tirados por las estaciones, y también traslados de locomotoras. Uno de estos trenes fue el especial que circuló el 21 de febrero desde la estación de Soto de Rey con 4 locomotoras, la 251-018, 269-046, 269-055 y 333-397. El día 22 de febrero la última de las exploradoras regresó a la base de Llanera. Tal fue la cantidad de nieve acumulada, que pese a no nevar más, el puerto continuó cubierto con un manto blanco durante varias semanas y la estación de Busdongo permaneció con sus vías de apartado inoperativas, hasta prácticamente el mes de marzo.
Durante las jornadas siguientes se dieron circulaciones curiosas para rescatar los trenes que habían quedado tirados por las estaciones, y también traslados de locomotoras. Uno de estos trenes fue el especial que circuló el 21 de febrero desde la estación de Soto de Rey con 4 locomotoras, la 251-018, 269-046, 269-055 y 333-397. El día 22 de febrero la última de las exploradoras regresó a la base de Llanera. Tal fue la cantidad de nieve acumulada, que pese a no nevar más, el puerto continuó cubierto con un manto blanco durante varias semanas y la estación de Busdongo permaneció con sus vías de apartado inoperativas, hasta prácticamente el mes de marzo.
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